Familia Otero Ramos es el resultado de muchas décadas de esfuerzo, pasión y trabajo. El proyecto que maduró Manuel Otero Ramos durante muchos años, desde un principio se determinó con seriedad y firmeza como un legado que hoy muestra con orgullo. En una provincia donde la cultura del vino siempre ha sido impulsada por nuestros antepasados, pocos son los que logran concretar un emprendimiento enológico. Es el caso de Don Manuel, que tiene la vinificación en la sangre y logró involucrarse con la tierra. Manuel Otero Ramos se marcó un objetivo, no como un sueño, sino como algo posible de conseguir. Simultáneamente a sus estudios, comenzó a trabajar en el negocio inmobiliario. Esto le permitió involucrarse en importantes negocios vitivinícolas, en los que se producían excelentes vinos. Don Manuel siempre se destacó por su fuerza y determinación, y actuó con especial énfasis en cada actividad bajo su mando. Su éxito en la actividad le dio la oportunidad de viajar por el mundo representando a Mendoza. En esos viajes se apasionó por la mística especial de las bodegas y viñedos de España, Francia, Italia y el Valle de Napa de California, donde enriqueció su conocimiento del vino. Hace una década, decidió hacer realidad este sueño. Este ambicioso proyecto nació. A fines de la década de los noventa adquirió un importante terreno rico en Luján de Cuyo, Primera Región Vitivinícola de Mendoza, cuna de los mejores vinos argentinos y único lugar del mundo con DO Malbec. Con el nuevo siglo, junto a su esposa e hijos, continuó con la realización de este proyecto, cuya seña de identidad siempre ha sido la pasión y la firme convicción de dejar huella para las próximas generaciones.